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memeo | 5 de May de 2021 | 0 Comments

Una planta venenosa puede cambiar los tratamientos para las enfermedades de la piel

Una de las mayores amarguras en la vida de los campistas y exploradores es ella: ¡hiedra venenosa! Basta que tu piel tenga el disgusto de toparse con esta planta para que se produzca una desagradable reacción alérgica, provocando un intenso picor y muchas ampollas.

La respuesta a tanto dolor y sufrimiento está en la proteína CD1a, que sólo ahora los científicos han entendido realmente.

El problema de los estudios anteriores es que, para estudiar las enfermedades de la piel, los investigadores suelen utilizar animales, como las ratas, que no producen CD1a. Sin embargo, en nuestro organismo es abundante y tiene un papel fundamental en los trastornos inflamatorios.

hiedra venenosa

Luego, los científicos cambiaron genéticamente algunos individuos de estas especies, lo que hizo que produjeran dicha proteína. Así, fue posible descubrir que CD1a desencadena una reacción alérgica en la piel cuando entra en contacto con urushiol, un aceite vegetal que se encuentra en plantas de la familia Anacardiaceae y que está presente en la hiedra venenosa, por ejemplo.

Cuando el urushiol interactúa con las células de la piel, las proteínas CD1a activan las células T en el sistema inmunológico, que en consecuencia producen dos proteínas: interleucina 17 e interleucina 22, responsables de la inflamación y la picazón.

Aunque los científicos conocen los problemas con el urushiol desde hace algún tiempo, desconocen el resto de la reacción, ya que siempre han estudiado en ratones.

Irritación por contacto con la planta.

El escenario solo se hizo más claro cuando Florian Winau, un microbiólogo de la Universidad de Harvard, comenzó a estudiar la estructura química de este compuesto vegetal. Así, señaló que la forma molecular del alérgeno podría estar ligada a CD1a, lo que le hizo probar esta hipótesis en el laboratorio.

El descubrimiento permitirá nuevos estudios sobre el tratamiento y prevención de enfermedades inflamatorias de la piel, generando beneficios en diferentes casos.

“La investigación futura podría conducir al desarrollo de nuevos tratamientos para combatir las irritaciones leves de la piel, así como las enfermedades cutáneas inflamatorias crónicas como la psoriasis, el eccema y la rosácea”, dice Tang Yongqing, de la Universidad de Monash.

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