Imagínese un cementerio que tiene tumbas que datan de más de 1.400 años. Así es Wadi-Al-Salaam, que significa Valle de la Paz. Se trata de un cementerio islámico ubicado en la ciudad santa de Nayaf, Iraq, y ha estado enterrado durante casi un milenio y medio, y contiene los restos de varias figuras importantes de la historia.
Además de su importancia histórica, el cementerio puede ostentar el título como el más grande del mundo, ya que ocupa un área de 1.485 hectáreas. Najaf es una de las ciudades más grandes de Irak con una población de alrededor de 600.000 habitantes, pero la «ciudad de los muertos» de Wadi-Al-Salaam contiene los restos de millones de personas en una visión que abarca casi 10 kilómetros cuadrados del valle.
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El cementerio es importante en la creencia chiíta, que dice que las almas de todos los hombres y mujeres fieles deben trasladarse allí, sin importar dónde estén enterrados sus cuerpos. Muchos profetas, reyes, príncipes y sultanes «descansan» en este cementerio, incluido el del Profeta Hud, el Profeta Saleh y el Ayatullah Sayyid Muhammad Baqir al-Sadr, así como los restos del príncipe de los fieles, Ali Ibn Abi Talib.
Escondite de guerra
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El cementerio contiene tumbas construidas con ladrillos de arcilla y yeso, con criptas y lápidas de diferentes alturas. También hay tumbas subterráneas, que también fueron muy utilizadas por los vivos durante las guerras de la región.
En la guerra de Irak de 2003, milicianos iraquíes fuertemente armados solían usar el cementerio para esconderse y emboscar a las unidades enemigas. Los soldados estadounidenses no podrían ingresar a esta zona o terminarían perdidos entre miles de mausoleos y emboscados por iraquíes, que conocían bien el cementerio.
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En ese mismo año de 2003, la violencia que arrasó Irak, dejando miles de muertos, provocó una enorme expansión del cementerio de alrededor del 40%, con 3 kilómetros cuadrados adicionales de tumbas. Hasta 2008 el crecimiento del lugar continuó constante e intenso debido a otros conflictos en el país. Sin embargo, en los últimos cinco años, los entierros se han mantenido en menor medida.