(Fuente de la imagen: Reproducción / Toei)
Puede que ni siquiera seas un científico, pero ciertamente has oído hablar del llamado «cero absoluto». La idea, creada por el físico William Thomsom, se refiere exactamente a la temperatura más baja existente en el mundo, y eso haría desaparecer toda la energía térmica de un material o ambiente. En otras palabras, es la temperatura la que hace que todas las moléculas dejen de moverse, creando el mayor grado de estabilidad.
Sin embargo, hasta el día de hoy, esto nunca ha sucedido. Con la excepción de los Caballeros del Zodíaco, nunca se ha encontrado en la naturaleza una temperatura de -273,15 ° C (o 0 kelvin, como se dijo). Tanto es así que el punto más frío de toda la galaxia, la Nebulosa Boomerang, estableció el mínimo en -272 ° C.
Esto significa que es prácticamente imposible alcanzar el cero absoluto, no importa cuánto eleves tu cosmos al Séptimo Sentido. El concepto funciona perfectamente en cálculos y teorías, pero no en la realidad.
Además, aunque la temperatura llegara a este extremo, tampoco se produciría el supuesto cese de todo y cualquier acción. No importa cuánto se alcance 0 kelvin, algunas moléculas de aire, por ejemplo, continuarían vibrando y girando, incluso en una escala infinitamente más pequeña que en condiciones normales. Un ejemplo de esto lo cita el sitio io9, donde las partículas de dióxido de carbono existentes en el aire todavía tienen oxígeno circulando a su alrededor.
El problema de la transferencia de energía
Otro punto que evita el cero absoluto, a menos que seas un Caballero del Zodíaco, por supuesto, es la transmisión de calor. El proceso de refrigeración tiene lugar exactamente cuando algo «roba» la energía térmica de un cuerpo para alcanzar un equilibrio. Este es el concepto básico de termodinámica.
En otras palabras, Shun nunca podría calentar a Hyoga solo con su cuerpo. (Fuente de la imagen: Reproducción / Toei)
El problema es exactamente qué hacer con esta energía «retirada». Como recordarás, uno de los principios básicos de la física es precisamente el hecho de que nada se pierde ni se crea, sino que se transforma. De esta manera, la energía térmica de un cuerpo no podría simplemente desaparecer, simplemente se transfirió. Teniendo en cuenta que el cuerpo humano tiene una media de 37 ° C, para congelar a alguien a 0 K necesitaría extraer no menos de 310 ° C, y la dificultad radicaría exactamente en cómo llevar a cabo este proceso.