La base de muchos pueblos se encuentra en sus tradiciones. En una era donde se necesitan muchos cambios para la evolución de la humanidad, quedan algunos detalles como una forma de vincularnos con el pasado. En el judaísmo, una tradición que todavía está bastante presente es la de colocar pequeñas piedras en la tumba de quienes ya no forman parte del plano terrenal.
El acto puede causar cierta extrañeza para quienes no están familiarizados con el judaísmo, ya que en la mayoría de los casos se llevan flores y / o velas a los cementerios. Pero hay una buena explicación para la tradición; más bien, es necesario observar algunos datos históricos de estas curiosidades culturales.
Desde el inicio
Hace unos 15 mil años, el ser humano inició el proceso de asentar su vida en una determinada región, abandonando el estilo nómada. Los primeros registros arqueológicos encontrados de este período son del pueblo natufiense. En una expedición realizada por la Universidad de Haifa en el Monte Carmelo, en el norte de Israel, se encontraron varias tumbas, en moldes muy similares a los de los muertos enterrados hoy, entre los que se encuentran las flores que quedan.
Con el paso del tiempo y el desarrollo de diferentes religiones, la práctica de llevar flores a los cementerios terminó por asociarse más a creencias no judías y pronto fue abandonada por quienes siguen los preceptos judíos. Para fundamentar la asociación con las piedras, se explica que las flores, a pesar de ser una buena comparación con la vida, por ser hermosas y efímeras, no hacen justicia a la plenitud del más allá, que se ve como algo sagrado y eterno.
Pero, ¿por qué piedras?
Las piedras son de gran importancia para el judaísmo. En la Biblia, el altar no es más que un montón de piedras, pero allí se realizan adoraciones a Dios. Aquel a quien Abraham lleva a su hijo para ser sacrificado se llama el hashityah, la piedra angular del mundo, y el santuario más sagrado es el Muro Occidental.
Al usar piedras en las ceremonias, los judíos muestran públicamente que su ser querido ha sido recordado y sus recuerdos se conservan, además de «asegurarse» de que sus almas permanezcan donde pertenecen. Como las piedras, los recuerdos son duraderos, especialmente los de aquellos a quienes amamos, una simbología muy agradable de por qué se usan, ¿no crees?
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